De tu asfixiante hedor carcelario, y los silencios.
Manos y manos sobre mi garganta.
Dolor que se hace eco en las paredes, en ojos absortos y callados.
Exigiendo respuestas que no tengo...
... y más dolor.
Que mas libertad que la muerte
que mejor piedad que una tumba.
Ríes, Ríes, Ríes, desgraciado...
Jugueteando con Dios como una marioneta,
dando clases de moralidad a luz y brutalidad en penumbras.
Ultrajas hasta el hartazgo mi humanidad.
Pero sabés?
Hasta mi muerte es más digna que tu existencia.
Laura, Buenos Aires, Marzo 2007.

1 comentario:
Muy hermoso,agustia y esperanza de escape.
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