"...y sabes que la conozco bien, sus bares , su gente
la maldigo y la amo,
pero es una amante perversa conmigo,
y por eso la dejé , un domingo a la tarde ..."
Esteban Wengiel, Otoño 2008
Como puedo plasmarte en un papel, enorme, ajena,
solitaria.
La grandeza oculta en cada uno de tus atardeceres
mágicos, que pesadamente van dejando paso a la noche.
Melancolía en cada una de tus calles que
irremediablemente tienen el aroma a un tango triste,
olvidado y viejo.
Como describir tu desasosiego veraniego, en esas
tardes donde el asfalto hierve, y el propio y
relajante suspiro al anochecer, donde en el ajetreo de
los que vuelven, se desliza bendito el viento que
viene desde el bajo.
En aquellos días donde la melancólica lluvia te
transforma en un húmedo y triste fantasma, ocultando
el brillante esplendor de tus aceras bajo el sol.
Tu mágico contraste de luces y sombras que acentúa la
noche entre el misterio y el neón brillante de tus
avenidas.
No puedo irme lejos sin extrañarte, y sin embargo
siempre encuentro alguna queja en el diario ajetreo de
tus días.
Me subyugas a tu magia y belleza, Buenos Aires, y no
puedo escapar de tí.
Laura, Buenos Aires, Diciembre de 2003.

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