Sufro
la cercanía de tus labios,
no poder untarlos con sabor a coco,
ni degustarlos como un caramelo.
Sufro
de deseo por tu cuello,
no poder recorrerlo a besos,
ni perderme en el desorden de tu pelo.
Sufro
cada noche y no en sueños,
sino con los ojos y la piel despiertos.

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