Algunas ataduras son obligadas, otras, elegidas.
Hoy desato tu nudo, ese con que ahogaste mis palabras.
Te ignoro, aunque intentes mantenerme presa de tu soberbia.
Elijo un camino, ofrezco mis opiniones, y me alejo de vos.
Es duro observar el pasado y la muerte de aquel quien me amó, pero no pudo crecer.
Dificil reconocer mi propio amor y el dolor de su partida.
Fácil caer en el rencor inutil, aferrarse a duelos infantiles, pero peleo cuerpo a cuerpo todos los días.
La vida se abre cauce como río bravo, y un compañero de brazos fuertes me sostiene.
El amor se instala en mi casa, y tengo las puertas y ventanas abiertas...
sopla el viento desde el mar.
-Te extraño, papá-

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